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En 1919, Jesús Navarro Joker, de familia muy humilde, fue a pedir un préstamo a Manolica Alberola para vender azafrán en España. Y Manolito le prestó el dinero. Así empezó su pequeño negocio.
El éxito del comercio con la India fue tan grande que, incluso antes de la Guerra Civil, el mercado español empezó a quedarse desabastecido. Así nace el colorante alimentario, un condimento que se denominó artificial: un sustituto del azafrán, elaborado a base de ácido tartárico. Colorea 10 veces más y es mucho más barato, pero insípido. A medida que aumenta el condimento, el azafrán desaparece de los trozos de papel. Y así fue como Alicante empezó a crecer en ese mercado.
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